domingo, 27 de enero de 2013

SUEÑOS...



¿Y si ella no se despierta?


Ayer vi una señal. Su rostro estaba oscuro, su lengua callada, sus manos corrían a ninguna parte. Todo en ella era desorden, sin embargo, mi ropa estaba limpia y planchada. Estaba dormida, como si viviese más allá de mis propias frustraciones, llevándolas sobre su hombro.

Pero ahora sigue dormida. Duerme como si jamás hubiese dormido en su vida. Su piel está serena, pero su rostro y sus manos se pelean en silencio, sin más estridencias que las de un portazo olvidado. Quizás esté rota la botella del agua, o las zapatillas se hayan roto… Pero ahora duerme.


¿Y si ella no se despierta?


Todo puede irse en un segundo, en uno solo. A veces basta una llamada, un mensaje en un papel arrugado. Pero no se lo he dicho. O sí. Se lo dije alguna vez, pero nunca me he parado a pensar en cómo tenía que decirlo. Nunca he entendido su ansia de tener todo en orden y no entiendo por qué duerme cuando todo está desordenado.

Ahora duerme. La dejaré descansar. Quizás sea este su definitivo descanso…


¿Y si no se despierta?

jueves, 3 de enero de 2013

SON LAS DIEZ DE LA MAÑANA... IMITANDO A LORCA

Imitando a Lorca... En esta mañana insípida de enero, mientras medio mundo duerme, recordé a Lorca y sus "Cinco en punto de la tarde..." Ojalá me perdone Lorca algún día...




The empty house

A las diez de la mañana.
A las diez en punto de la mañana
suena el eco lejano de una voz
que se ha perdido entre las cuerdas
lejanas del tendal.
La luz se quiebra
y el blanco inmaculado del mantel
se vuelve turbio.
No lo escucho.
No veo pinzas de ropa multicolores.
Ella ha dejado de llamar
y, en su lugar, inmigrantes de balcón
sacian su sed de tabaco
envueltas en batas de casa.
Permanece inmutable la garrafa de agua
y, en la enredadera de la maceta,
dos hojas nuevas asoman,
tímidas, a las diez de la mañana.

Ha vuelto. El año nuevo ha vuelto.
A las diez de la mañana.

Es la hora de los comentarios furtivos,
de las cenizas acalladas,
de las toses violentas,
del susurro de sombras inquietas sin cabeza,
tapadas por el toldo de la entrega…
El mantel se balancea, turbio,
a las diez de la mañana.
La vida fluye…
Y el encierro vicioso del miedo a perder la consciencia
se ceba en la niebla débil de las diez de la mañana…

Son las diez de la mañana.
Las diez en punto de la mañana.

Vuelvo al centro del traqueteo de la silla de ruedas…